Centro Histórico de Hermosillo, festín que niega a la historia

Tonatiuh Castro Silva 

Publicado originalmente en: AM Diario / Dossier Político
Dia de publicación: 2019-04-23

"¡Ustedes no tienen nada qué hacer aquí!", fueron las palabras de una de las regidoras del Cabildo de Hermosillo a los miembros de la comunidad triqui hermosillense que forman parte desde hace veinte años del grupo de vendedores de la plaza Zaragoza de Hermosillo, que atendiendo una invitación de la Dirección de Inspección y Vigilancia del propio Ayuntamiento de la capital de Sonora, asistieron al Palacio Municipal el pasado martes 16 de abril por la tarde a una reunión referente a la problemática del comercio en esta área de la ciudad. Con este gesto de la regidora, que concuerda con otras vejaciones vividas por el sector de origen migrante a manos de distintos funcionarios municipales, se normaliza por parte del actual Ayuntamiento un propósito de segregación que se venía dando desde la anterior administración, la de Manuel Ignacio "Maloro" Acosta Gutiérrez, se trastoca una política inclusiva iniciada a fines del siglo XX por parte de los gobiernos municipales de aquella época, y exhibe un rostro ambivalente por parte del gobierno encabezado por Célida López Cárdenas respecto a los pueblos originarios en el municipio.


La sobrepoblación define al área del "Centro Histórico" de Hermosillo: en cuatro sitios (Ave. Dr. Hoeffer, frente al Museo de Culturas Populares e Indígenas de Sonora; plaza Zaragoza, en tres de sus áreas; callejón Velasco y Plaza Alonso Vidal) se concentran más de cien vendedores, cantidad que es el resultado de un desordenado proceso de animación comercial y cultural que ha venido afectando al sitio, y en primera instancia, a los comerciantes-artesanos originales, entre ellos los integrantes del pueblo triqui hermosillense.

Hacia la segunda mitad de la década de 1990 se vivía un constante acoso por parte de dos sectores de la población local en contra de los vendedores y artesanos triquis y mixtecos avecindados años atrás en la ciudad y en los campos agrícolas de Sonora. Los comerciantes organizados del centro de la ciudad —no del posteriormente llamado "Centro Histórico"—, así como los inspectores de Inspección y Vigilancia les acosaban, decomisando estos segundos la mercancía. La administración municipal de Jorge Valencia Juillerat, a partir de 1998, de acuerdo con su Plan Municipal de Desarrollo, inició una labor de conciliación, en apego a su política de Consejos Ciudadanos, convocando a distintos organismos relacionados con la problemática para procurar una solución, entre ellos el de desarrollo económico, Dirección de Inspección y Vigilancia, y la Unidad Regional Sonora de la Dirección General de Culturas Populares del entonces CONACULTA, entre otros, participando en lo personal en dicho comité. Como resultado de las gestiones, se acordó establecer puntos de venta en la Plaza Zaragoza, tanto para triquis como para vendedores oriundos. Tales posiciones se han mantenido, aunque con el paso del tiempo, y ante el desdén de posteriores administraciones, se fueron agregando de forma irregular otros artesanos y vendedores mestizos o urbanos. En tiempos de "Maloro" Acosta se promovió una Asociación Civil, con la incorporación de tales comerciantes, y encabezada por uno de ellos que igualmente tuvo una situación irregular por varios años, y que no formaron parte del plan original.

En la actualidad, este grupo es el que detenta el poder en la plaza, donde se encuentran aglutinados 34 expendedores de mercancías, en un área en la que además se encuentra un show de payasos y otros actos de entretenimiento, así como eventualmente ciertos eventos artísticos, cívicos y políticos. Siendo integrantes originales del plan comercial y cultural de la plaza, los triquis, quienes se encuentran conformados en la organización Planeación Estratégica de los Pueblos Originarios Triqui, Mixteco y Zapoteco, A.C., han recibido un trato voluble por parte del Ayuntamiento de Morena, pues a la vez que han recibido ciertos apoyos para efectuar su Expo Arte Oaxaqueña en la plaza Alonso Vidal, y esta ha sido difundida por el Instituto Municipal de Cultura y Arte como actividad propia de la institución, o han participado en otras actividades culturales y en labores de difusión de programas de salud pública, en cuanto a su labor comercial se les ha desdeñado, tanto en la toma de decisiones ante la problemática de la plaza, pues de forma sistemática se les niega el ingreso a reuniones —trato discriminatorio que experimentaron también el pasado mes de diciembre, ante las gestiones de las ventas navideñas en el Jardín Juárez—, como en el propósito de revitalización cultural, que comprende música, danza, artesanía y gastronomía, principalmente. El actual, evidentemente, es un trato sumamente distinto al ofrecido por la entonces candidata y actual alcaldesa, cuando les visitó en uno de sus domicilios en 2018, acto que fue ampliamente difundido, como todo acto de campaña.

Si bien la actuación de las diversas instancias del Ayuntamiento es discordante, pues a su interior se han manifestado diferentes posturas, finalmente en tanto nivel local de la Administración Pública en el país pareciera existir congruencia, dado que en este nivel superior se ha venido expresando una abierta contraposición con la organización independiente y autónoma de los pueblos originarios.

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