Centro histórico de Hermosillo



Texto leído en la presentación del libro Arquitectura. Centro histórico de Hermosillo, del Arq. Jesús Félix Uribe García, el día martes 13 de enero de 2009, en el auditorio de la Sociedad Sonorense de Historia, A.C.

Tonatiuh Castro Silva


Dos perspectivas predominan en la literatura sobre la configuración socioespacial de Sonora: el abordaje del urbanismo y de la arquitectura que supone que estos aspectos de las localidades han poseído o poseen rasgos propios en cada etapa histórica, aunque a su vez estas etapas generalmente están determinadas por factores políticos (lo que conlleva a pensar que la arquitectura realizada entre la década de 1910 y el inicio de la modernidad urbana es nacionalista)[1], y la visión según la cual las denominaciones de los órdenes o estilos arquitectónicos deben sobreponerse a la periodización histórica-política (barrroca y no colonial, neoclásica y no porfirista, etc.).[2] No obstante una expresa oposición entre las dos perspectivas, finalmente ambas tienen factor común: la arquitectura como elemento que identifica a las etapas históricas.
La visión del arquitecto Uribe García respecto a este problema teórico, manifiesta principalmente en sus últimos textos, se puede ubicar en esta segunda perspectiva. Su punto de vista se presenta como una franca lucha por el reconocimiento del oficio y de sus obras, congruente con su constante actividad de difusión del patrimonio arquitectónico hermosillense. El libro Arquitectura. Centro histórico de Hermosillo constituye una crítica a ese afán de establecer el factor político como el definitorio de las clasificaciones del patrimonio arquitectónico: “En nuestro medio hemos suplido el estilo arquitectónico por el período histórico en turno, el misional, el porfirista y el nacionalismo. Le endosamos al agente cultural, al caudillo en turno o al grupo en el poder, las formas arquitectónicas como una especie de desconocimiento o descalificación de un período histórico que consideramos superado por otro en el que imaginamos la entrada al progreso.”[3]

En el libro se analizan por capítulos los estilos predominantes en la historia urbana de Hermosillo. Tras un capítulo dedicado al proceso de conformación del asentamiento, denominado “De pueblo a ciudad”, se exponen en un siguiente capítulo los estilos neobarroco y neoclásico, y en el tercer y último capítulo el racionalismo y el art deco.
Los estilos arquitectónicos son plenamente vulnerables; son remodelados, ya sea gradual o radicalmente, alterando así los elementos que los definen particularmente. Dado que el suelo es un elemento que conserva o adquiere valor, constituye el elemento fundamental en el contexto urbano. Por ello, las obras, independientemente de su identificación estilística, resultan un factor de entorpecimiento del “desarrollo”, por lo que cualquier renovación parcial es insuficiente. El deseo de una imagen urbana contemporánea, aún careciendo de fundamentación social (y por lo tanto, sin ser en realidad moderna) concibe proyectos que al ejecutarse desaparecen y sustituyen el patrimonio arquitectónico, que transforman el deseo de la élite en una imagen concreta y pública.
Por lo general cada estilo aparece y se propaga de manera inconsciente, convirtiéndose en moda, en un tipo que se repite, territorial y socialmente, adquiriendo rasgos particulares en cada región o clase social. No obstante, tras haber adquirido un significado social, después de haber dado identidad estética a la vida colectiva, se vuelve cansado, y por ello su muerte se considera necesaria para dar paso a las nuevas imágenes de lo contemporáneo.
Esta nueva publicación del arquitecto Uribe García retoma el carácter fundamental que tuvo su libro Breve historia urbana de Hermosillo, publicado por esta Sociedad en 1987.[4] Hace más de veinte años el autor mediante un texto pudo dar forma a un análisis ameno del proceso urbano de esta ciudad, en una época en que los estudios urbanos eran inexistentes en las instituciones académicas locales.[5] De nueva cuenta, pero en una época en que justamente el objeto de estudio, la ciudad de Hermosillo, se encuentra estrujado por los procesos urbanos y económicos, el arquitecto Uribe logra una narrativa sistemática que es a la vez una etnografía de la vida cotidiana y un análisis de las obras, estableciendo una postura paradigmática con sumo sustento.

[1] Eloy Méndez Sáinz, Arquitectura nacionalista. El proyecto de la Revolución Mexicana en el Noroeste (1915-1962), Plaza y Valdés/El Colegio de Sonora/Universidad de Sonora/Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 2004; Eloy Méndez Sáinz, Hermosillo en el siglo XX. Urbanismos incompletos y arquitecturas emblemáticas, El Colegio de Sonora, Hermosillo, 2000.[2] Jesús Félix Uribe García, Arquitectura. Centro histórico de Hermosillo, Publicaciones La Diligencia, Hermosillo, 2008; Jesús Félix Uribe García, “Influencias románicas en la arquitectura religiosa de Sonora”, ponencia presentada en el VI Foro de las Misiones del Noroeste de México, organizado por el Instituto Sonorense de Cultura, realizado en la Sociedad Sonorense de Historia, Hermosillo, 13 de noviembre de 2008.[3] Uribe García, Arquitectura. Centro histórico… op. cit., p. 11.[4] Jesús Félix Uribe García, Breve historia urbana de Hermosillo, Sociedad Sonorense de Historia, A.C., Hermosillo, 1987.[5] Cabe mencionar la notable excepción de la siguiente investigación y libro: Lian Karp, Cultura urbana/cultura popular. El caso de los nombres de las calles de Hermosillo, El Colegio de Sonora, Hermosillo, 1987.

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