Las fiestas del arte en Sonora: ¿democracia o exquisitez?


Tonatiuh Castro Silva
Hace algunos siglos, en la Europa renacentista la gente común, los pobres, no podían asistir a las funciones de ópera. No estaba prohibido, sino que ocurría como consecuencia de un círculo vicioso determinado por factores tanto económicos como culturales: la mayor parte de la población no podía pagar sus entradas a las funciones pero, además, suponiendo que alguien hubiese tenido el dinero necesario, su inserción en el mundo de la nobleza o de la naciente clase capitalista era prácticamente imposible. Por ello, la gente común debía conformarse con asistir a los ensayos de las obras, en los que podía escuchar la música de ópera aunque sin los ropajes de la producción y el encanto de la noche.
¿Qué ha cambiado en la relación bellas artes-sociedad? ¿La sociedad moderna implicó la accesibilidad al arte y la democratización de los sitios y recursos propios de la recreación?
Es imposible establecer un diagnóstico unitario para todo el mundo, y ni siquiera para un país, ni para una de sus regiones. En Sonora, la oferta cultural es variada. Siendo en la época actual los festivales los principales eventos para la exposición del arte y las humanidades, es útil y obligado analizar los festivales que se realizan en este estado del noroeste de México.


Las fiestas del arte en Sonora
Los festivales artísticos son estrategias educativas, pero también pueden ser políticamente redituables. Por ello, en Sonora se ha recurrido a esta estrategia de promoción cultural en distintos momentos históricos.
Los orígenes de los festivales artísticos en la región son distintos en cada caso; el más importante, el Festival Alfonso Ortiz Tirado, que se lleva a cabo en Álamos cada mes de enero, se originó en la iniciativa de un grupo ciudadano interesado en el arte. Posteriormente fue asumido como un festival propio del Instituto Sonorense de Cultura (ISC). El Festival Kino, que se realiza en Magdalena de Kino en el mes de mayo, es un festival que se sustenta tanto en la instancia local del Ayuntamiento, como en el ISC. El Festival Tetabiakte, que se ha realizado en Cd. Obregón desde principios de este siglo XXI, con excepción del año 2007, se ha realizado por iniciativa ciudadana, con el apoyo de una gran cantidad de organizamos e instituciones, tanto públicas como privadas.
Cabe mencionar que un antecedente en la profesionalización de estos festivales lo constituye el Festival de la Frontera, creado centralistamente en época del presidente Miguel de la Madrid, dirigido a los estados de la frontera norte de México, en el que se involucraban las instancias culturales oficiales de Sonora, antes de la existencia del ISC; los festivales “de la sierra” y “del desierto”, que realizaron anteriores administraciones del ISC, y que fueron desaparecidos.
Resulta interesante el hecho de que Hermosillo, la principal localidad de la región, en términos político, económico y demográfico, careciese de un evento de esta naturaleza. Los hermosillenses tuvieron como aproximación las Charlas de verano, serie de eventos que ha organizado el periódico El Imparcial desde hace casi veinte años, concebida como foro para la expresión oral, y posteriormente enriquecida con eventos artísticos diversos. Sin embargo, cabe preguntarse si una localidad rural o una ciudad requieren de festivales como los oficiales para impulsar su “desarrollo cultural”. Hay que recordar que la realización de eventos artísticos, humanísticos y académicos en Hermosillo se han realizado, en mayor cantidad, regularmente desde la década de 1980, organizados por distintas instancias, como la Universidad de Sonora, la Dirección General de Culturas Populares de la SEP-CONACULTA, El Colegio de Sonora y la Casa de la Cultura de Sonora (refiriéndonos a su época previa a la creación del ISC), así como por parte de grupos independientes.


Arte y sociedad, la vieja discusión

Rememorando la situación clasista de la ópera renacentista, y considerando un evento específico, el Festival Alfonso Ortiz Tirado, y de él las “Noches de gala”, que se realizan en el Palacio Municipal de Álamos, se puede ver que indudablemente han ocurrido cambios socioculturales radicales. En este evento se da una asistencia nutrida y un acceso libre al recinto, limitado a algunas filas reservadas en la parte frontal. El resto de la sillería es libre, y se colocan además pantallas en el exterior y se disponen áreas para público sentado.
Aunque de manera torpe, el reciente y económicamente renombrado “FAOT”, ha evolucionado. O, estableciéndolo de otra forma, el Festival Ortiz Tirado se ha desarrollado, perfeccionando y ampliando su oferta, aunque con algunas deficiencias en su planeación y en su realización; ha ampliado su duración, su oferta (disciplinas artísticas, orígenes geográfico-culturales de los artistas y expositores, campos culturales –arte, academia, "cultura indígena"–), y son esos mismos aciertos a la vez sus deficiencias, es decir, el dilema radica en cómo atender adecuadamente esos campos inéditos o minimizados en el festival.
No obstante, en el mismo estado de Sonora, se da una situación diferente en las Fiestas del Pitic. Es evidente el carácter clasista y racista del evento, situación que no es responsabilidad completa del Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA), dependencia del Ayuntamiento de Hermosillo; en esta situación interviene la institución, como responsable del diseño y realización del programa, pero también la sociedad local, con la carga de valores y hábitos que definen siempre a un público, en el establecimiento de patrones de asistencia, comportamiento y exclusión.
En este sentido, pero abocándonos a la organización, se encuentra la deplorable y hasta inmoral situación de las “Noches de gala”, de la última edición de las Fiestas del Pitic. Se realizaron al igual que en los años anteriores en la Plaza Alonso Vidal (antes Plaza de la bandera), aunque con una ubicación del foro diferente, que no resultó del agrado de la concurrencia, al encajonar a los artistas, y con una disposición espacial para el público que mostró el desprecio de los organizadores por la ciudadanía común y la impunidad en la que se encuentra la ciudad; se instaló una valla que delimitaba un área exclusiva no sólo en las primeras filas, sino en la mayor parte de la plancha de la plaza; además, las graderías no eran sólo incómodas, sino riesgosas. ¿Acaso estos eventos no se realizan con el dinero de la ciudadanía? ¿Luego entonces, los auténticos patrocinadores no tenían derecho a un espacio digno?


La arbitrariedad histórica y cultural
Hay factores historiográficos que nos permiten advertir algunas arbitrariedades históricas en la conceptualización del evento “Fiestas del Pitic”. El concepto general muestra que se trata de un festejo de y para los hermosillenses, más que un homenaje a los orígenes y la diversidad cultural que le brindan en el presente decenas de miles de fuereños, que en realidad convierten en minoría a los hermosillenses de varias generaciones. Dos datos presentes en la denominación muestran, si no una postura discriminatoria, sí al menos un sustento histórico pantanoso. Se puede señalar en primer lugar la fecha errónea que acompañó en sus dos primeras ediciones al nombramiento del festival y que ahora está ausente en los logotipos pero continúa en los discursos: “1700-2005”. ¿Cómo leer esta periodización?: Se festeja que el asentamiento dejó de ser habitado plenamente por los originarios, los o’ob o pimas, y que se dio y comenzó la presencia europea; se festeja el criollismo y el europeismo, o concediendo algún grado de benevolencia, el mestizaje, pero no los orígenes. Esta valorización cultural se evidencia en el hecho de que el nuevo foro del Museo de Culturas Populares e Indígenas de Sonora, no presentó nada popular ni indígena, sino trova y bohemia, de lo cual es responsable el IMCA, ya que por parte del museo sólo se brindó el espacio.
La historia de la humanidad muestra que la alteración toponímica es un rasgo de arbitrariedad cultural e imposición política, como es el caso de la transformación de México Tenochtitlan en Ciudad de México, o regionalizando, Óputo en Villa Hidalgo. En ese mismo sentido, al ser relacionada la denominación “El Pitíc” con la fecha de 1700, el paradigma histórico resultante es evidentemente un festejo del criollismo y no de la diversidad.


El olvido del arte local

En las dos últimas ediciones de las Fiestas del Pitic ha sido notoria la inclusión de artistas locales, y ha sido notorio precisamente porque en los primeros años fue hasta insultante que la totalidad del programa estuviese compuesto por artistas foráneos. La reciente programación de los locales por supuesto que es positivo, sin embargo, persiste la idea de que son de mayor calidad los artistas foráneos, y sobre todo si son extranjeros, y la idea de que los artistas locales no tiene la categoría necesaria o el mérito suficiente para ocupar los foros principales. Ejemplo de esta situación: al maestro Mario Moreno Zazueta se le invitó a participar en las fiestas exponiendo su obra… ¡pero en un restaurante de mariscos de Bahía de Kino!; los foros para los músicos locales se ubicaron en el área gastronómica y en el Museo de Culturas Populares e Indígenas de Sonora (o Casa Hoeffer); en el primer sitio, la infraestructura era incomparable con la de la Plaza Alonso Vidal o con la instalada frente al Supremo Tribunal de Justicia para las “Noches de cabaret”; algunas noches se empalmaron los eventos, entre este foro y el del Museo, ubicado al frente, del otro lado de la plaza, resultando no sólo molesto para el público asistente a las “Noches de peña” de la Casa Hoeffer, sino entorpecedor para los artistas, como fue el caso de Gerardo Peña, quien inclusive lo mencionó durante su presentación.

¿Por qué no ser sinceros, y nombrar al evento Fiestas de Anza, o algo así? Sin duda que este personaje, militar encargado de, entre otras tareas, expulsar a los jesuitas del noroeste, corresponde más con el perfil del hermosillense que organiza y asiste al festival.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
DURO Y LA CABEZA... AJUA... SOY DESCENDIENTE DE TETABIATE DE ANZA...

SALUDOS: CRITICO Y REFLEXIVO, COMO SIEMPRE.

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