La fiesta de la Virgen del camino

Tonatiuh Castro Silva

La fiesta de la Virgen del camino o itómai kamíno, es la única que aglutina a los ocho pueblos tradicionales yaquis. Tras la ocupación del pueblo de Bácum por los mestizos, los yaquis cambiaron su residencia, y con ello la ceremonia hacia Loma de Bácum, donde se puede observar del 30 de junio al 2 de julio de cada año. Esta fiesta, dedicada a Santa Isabel, es organizada por las autoridades de Loma de Bácum, no por los fiesteros, por lo que no existe una división en dos grupos, como sí la hay en toda fiesta yaqui.


Tras la fiesta de San Juan, que se realiza en Vícam pueblo del 21 al 25 de junio, soldados y matachines de cada pueblo inician marchas a Loma de Bácum, llevando su imagen de la Virgen.
Según la descripción elaborada por Ralph Beals en la década de 1930, los matachines de Bácum acudían a la sierra, de donde recogían a la Virgen, resguardada en una cueva ubicada en la cima, en tótoi tákusewi, “donde canta el gallo”. En un sitio denominado torokobámpo, le realizaban una fiesta por la noche, en la que había danzas. Después llevaban a Santa Isabel a Bácum.
Cuando llega la Virgen a Loma de Bácum, la esperan formados los soldados de los Ocho Pueblos. Las vírgenes de todos los pueblos se encuentran con la del camino frente a la ramada construida para las danzas. Cuando esto sucede, todos los matachines yaquis forman un solo conjunto. Las vírgenes son llevadas al altar de la iglesia, y frente a ellas bailan el mejor danzante de venado del territorio yaqui y los mejores pascolas.
En la descripción de Beals, la fiesta ocurre en los días 4 y 5 de julio. Sin embargo, actualmente inicia el día 30 de junio, para terminar el 2 de julio.
En la noche del día 1º, cuando el ritual se convierte plenamente en una fiesta, se realiza un rezo a puerta cerrada en la iglesia de Loma de Bácum. Mientras tanto, la muchedumbre deambula entre el espacio ritual y la feria que tiene lugar en un terreno aledaño.
De la ramada de pascolas y del venado, parten rumbo a la puerta del templo los danzantes y hacen guardia a la Virgen. Tras el rezo, frente a la iglesia se conforma un contingente conformado en primer lugar por un venado, los pascolas, las tenánces o kiyókti, que son las mujeres encargadas de apoyar los servicios religiosos, de las cuáles cuatro son las niñas que cargan a la Virgen, seguidas por ocho más que portan banderas rojas con listones amarillos en la bastilla y una cruz también amarilla en la punta del asta; atrás siguen las cantoras, y formando la cola del contingente, dos largas filas de matachines.
La procesión se detiene frente a la cruz mayor, ubicada casi a la tercera parte de la distancia de la línea imaginaria que hay entre el templo y la ramada de los danzantes. Aproximadamente en el centro del terreno se ubica el castillo de fuegos artificiales, que es observado por los participantes, y por la muchedumbre expectante; la gente deja por un momento los puestos y juegos mecánicos de la feria, y acude a ver como se enciende en cada una de sus partes el castillo, e incluso en su propio ánimo. El climax llega cuando la punta del castillo, que es un artificio de la imagen de la virgen con un marco flamígero, sale volando en espiral por el cielo, mientras en la fachada de la iglesia se enciende la leyenda: “Viva la Virgen del camino”.
Tras esta escala, la procesión sigue hacia la ramada de los pascolas y el venado. Al llegar, se coloca a la Virgen en una mesa del fondo, y uno por uno pasan los participantes de la procesión. Después de esto, continúan las danzas de los pascolas y del venado dentro de la ramada. Por única ocasión en el calendario festivo yaqui, los matachines, quienes son esencialmente los “soldados de la Virgen”, y por ello pertenecen a la iglesia, bailan frente a la ramada de los danzantes “impuros”. Dentro de la iglesia también bailan dos largas filas de matachines, integradas por 13 danzantes cada una.
El día 2 de julio se realizan dos procesiones, una por la mañana y otra en la tarde, en las que se cargan todas las imágenes de las vírgenes. En la de la mañana, se hace un tejido concéntrico de listones, lo cual es un acto coreográfico presente en diversas danzas, tanto indígenas como criollas y mestizas de México. Por la tarde, frente a la cruz mayor, las vírgenes de los demás pueblos se despiden de la del camino, Santa Isabel, y los pascolas, el venado y los matachines bailan. Los maestros, tenánces y matachines se forman y se despiden de la virgen, uno por uno. También lo hacen los soldados, pero en la guardia, terminando con ello la fiesta.

Bibliografía referida:
Ralph. L. Beals, The Contemporary Culture of Cahita Indians, Smithsonian Institution, Washington, D. C., 1945.



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